La Sangre de Normandía
Ya pasaron 76 años. Y parece que no fue nada. Más que unas cuantas olas que limpiaron las playas de Normandía. La sangre y la
arena. Una metáfora etérea. Muchos días pasaron desde una de las jornadas más
largas. Cada pedazo de costa de mar, que hay en la tierra, tiene un pedazo de esa
playa. Las olas siguieron repitiéndose todos estos años. Y nada ha cambiado.
Seguimos en la lucha. En el combate contra la hostilidad que nos busca y no
entendemos de donde nació.
Esos chicos, hombres, jamás hubiesen querido
morir así; mi mayor deseo es que cada cual elija la manera en la cual morir. Algunos
elegirían el Valhala, pero eso pesa. Y sólo deseo que nada de eso hubiese ocurrido.
Pero así fue. Y si tantas cosas se hubieran evitado no sería una inscripción
sobre un epitafio, sino un testamento lo que leeríamos. Habría jardines y no
cruces blancas sobre tierra extranjera. El recuerdo sería otro, y no el tembloroso de mucho
espíritu y valor, por el que ellos no se detuvieron.
Mucho es lo que prefiero desear que jamás
hubiese pasado. Pero hay algo que sí. Que se repita una, otra y otra vez. Ese laúd
sonando en las cabezas de todos, de salir a pelear por todos nuestros
camaradas. Con la gloria al frente. De los que están a nuestro lado y que darían su
vida sin pensarlo. Y que, por ese honor, volverían. Para pisar todas las playas, que tocaron la sangre de Normandía.
Ignacio Aldebarán, 6 de Junio de 2020, a 76 años del Día D.
Muy lúcido y bueno el relato camarada..!!
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