La Perla de iberia
La perla de iberia (Lulua Ibiria)
Más allá de Gibraltar en altas tierras ibéricas,
Debajo de La Mancha en las mesetas;
Entre el abrazo de Almijara y de Baza,
Yace, hace tiempo, un palacio celestial.
Surgía de rojas tierras, una perla bajo el cielo cerúleo.
Al pié de sierras nevadas,
en compañía del sepulcro de “Mulhacén”,
Allí, donde un Nazarí combatió por siglos,
Por mantener su divinidad y hermosura.
En la entrada se ve postrado el pórtico,
reflejando el arte como una deidad,
El patio vivo de arrayanes,
Aromatizando el paseo de los peregrinos,
Y a unos pasos más, varios Leones custodiando la entrada al cielo soñado,
en una fuente de plena juventud.
Escondida del tiempo, entre las piedras,
La acompañan dos hermanas, por siempre,
Junto con las almas de los reyes,
Aùn viviendo entre sus mosaicos y muros.
Enorme fue la desgracia de un Moro al perderlo,
El más sentido suspiro de adiós,
“Mi preciosa Lulua ibiria”,
Y lloro como un niño, lo que defender como hombre no logró.
Y esa leyenda sigue en pie después de varios siglos,
Como el palacio que perdió.
Ni siquiera el correr del tiempo,
Ni el azotar de los días lo desgastó,
A La Perla de Iberia que se alza magnifica de entre las piedras,
Aguardando, que su verdadero rey retorne a ella.
Ignacio Aldebarán 24-11-2014
Más allá de Gibraltar en altas tierras ibéricas,
Debajo de La Mancha en las mesetas;
Entre el abrazo de Almijara y de Baza,
Yace, hace tiempo, un palacio celestial.
Surgía de rojas tierras, una perla bajo el cielo cerúleo.
Al pié de sierras nevadas,
en compañía del sepulcro de “Mulhacén”,
Allí, donde un Nazarí combatió por siglos,
Por mantener su divinidad y hermosura.
En la entrada se ve postrado el pórtico,
reflejando el arte como una deidad,
El patio vivo de arrayanes,
Aromatizando el paseo de los peregrinos,
Y a unos pasos más, varios Leones custodiando la entrada al cielo soñado,
en una fuente de plena juventud.
Escondida del tiempo, entre las piedras,
La acompañan dos hermanas, por siempre,
Junto con las almas de los reyes,
Aùn viviendo entre sus mosaicos y muros.
Enorme fue la desgracia de un Moro al perderlo,
El más sentido suspiro de adiós,
“Mi preciosa Lulua ibiria”,
Y lloro como un niño, lo que defender como hombre no logró.
Y esa leyenda sigue en pie después de varios siglos,
Como el palacio que perdió.
Ni siquiera el correr del tiempo,
Ni el azotar de los días lo desgastó,
A La Perla de Iberia que se alza magnifica de entre las piedras,
Aguardando, que su verdadero rey retorne a ella.
Ignacio Aldebarán 24-11-2014
Siempre me conmueve
ResponderEliminartriste historia que tristemente se repite en muchos personajes,¡ cuántos castillos, territorios perdidos y llorados sin haber sido defendidos! y en la actualidad empresas, negocios y....
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