Mi Nombre.


¿Qué es sino nuestro nombre, lo que nos invoca? Viene y aclama a un orden de existir porque nos manifestamos desde ahí, la fortaleza corpórea. Es la armadura vocal que nos representa. Evoca el fragor ígneo de nuestra sangre porque cada parte, pedazo y espacio que nos conforma, sea el mismo el cual se aclame.
El nombre es la prueba social que identifica y distingue para ser uno propio y uno mismo. Sin pertenecer a algo más.
No es una jerarquía ni un título. Es un honor y un acto de libertad entre las criaturas.

Y jurar con el nombre, es la promesa más sagrada. Porque no sólo la palabra está en juego, sino también la identidad misma. Armada en cada parte de este mundo. ¿Esto es un acto de pura confianza, seguridad y crédito? Sí. Es un acto que dicta honor y dignidad.


Ignacio Aldebarán.

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