Relato, cerca de Cádiz

Hoy es mi cumpleaños. Tuve una mañana taciturna oliendo a sal, muy diferente al aroma del pan horneado. Donde miré a los peces girar alrededor del ancla hundida. Un medio día rápido. Recordé los almuerzos porteños de gente inconforme. Pero me dio nostalgia mirar cuatro años hacia atrás y ver que la gente de aquel entonces no vive hoy conmigo. Ni hay un lugar donde encontrarla.
Pero hoy cumplo con la guerra. Cerca de las seis de la tarde flotamos para entrar en la bahía de Cádiz. Conté tantos torreones como años cumplidos. El viejo Max lo recordó y me dio un diente de tiburón. Casi como un clásico entre los mares, ¿no?. Dentro de la circunvalación peninsular del brazo las galeras de guerra quedaron frente a las naos catalanas. Al instante de notar las veintenas de galeras francesas huyeron a toda vela. Nuestro líder, el afamado corsario Francis Drake comanda el avance de la flota, de a poco como puede.
Pronto nos recibió la artillería de tierra. Espectáculo caótico de truenos terrenales. Parecían los aplausos sordos de un cántico incómodo. Al ala derecha en la playa del Puntual hubo un intento fallido de desembarco por los malditos cañones. El barco olía a orina y pescado. El festín más preciado de un cumpleaños.
Hoy es mi cumpleaños y jamás voy a recordarlo así de nuevo. Si vivo para volver a contarlo.
Ignacio Aldebarán 29/04

Comentarios

Entradas populares