La forja, entre las montañas.
El tiempo no oxidó nuestras raíces. El agua baja por la ladera, rechinando sus dientes filosos. A los lejos, muy abajo, en las penumbras, las forjas rugen. El canto del hierro golpeado se confunde entre las rocas. El fuego templa las esquirlas perdidas. El martillo aplasta. Y finalmente el eco que se desata por los muros de todo el valle: forja el brillo y así nace el filo...buscando un nuevo adversario. La espada murmura, ansias de sangre.
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